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Mujeres directoras: el cielo no es su límite

Publicado: 2012-04-07

Aún no es frecuente encontrarlas en los directorios: son la rareza. Pero las que han conseguido entrar aseguran que otra nueva generación de mujeres de trayectoria, en los próximos años, dará qué hablar. Solo es cuestión de seguirse preparando, incansables, en el reto de llegar cada vez más alto.

Por Mayra Castillo

“Nosotras nos divertimos, no somos unas marcianas”, se carcajea Carmen ‘Toti’ Graham al teléfono cuando le pregunto qué hace tan especial al reducido grupo de mujeres que conforman los directorios más importantes del Perú. No son ni las carreras profesionales, ni la experiencia de mundo, ni el círculo social lo que define a las mujeres que poseen estos cargos ejecutivos. Quizá sea el hambre de aprendizaje y el reto de seguir siendo las mejores en absolutamente todo lo que hagan. Pero vayamos de a pocos. La incursión paulatina de ellas en la mesa redonda llena de hombres empezó con la mayor apertura del Perú a mercados competitivos, desde el 2002 en adelante.

No obstante, si siguen siendo pocas es porque los rezagos de machismo siguen siendo fuertes y porque además la convocatoria para contratar a miembros de directorio sigue siendo un ‘boca a boca’ entre gente de confianza. “Es que los hombres son bien ‘argolleros’ y buscan a sus amigos, pero el momento de la igualdad entre géneros ya se superó a nivel profesional”, dice Cecilia Blume, cuya experiencia en el sector público la llevó, con el tiempo, a ingresar a la empresa privada. Y para dar una idea clara de la lentitud de este proceso de igualdad, Susana Eléspuru pone el siguiente ejemplo: “Soy la primera mujer que alcanza la presidencia de Directorio de IPAE en 52 años, pese a que de hecho como empresarias muchas mujeres llevan el camino recorrido con mayor holgura”. En ese sentido, Caridad de la Puente –como buena evaluadora de riesgos– opina que ser mujer en el mundo corporativo y ejecutivo es una “ventaja porque somos muy pocas, es decir, hay poca competencia”. ¿Qué falta para que más peruanas encuentren más puertas abiertas en este ansiado círculo profesional?

Preparación sin fin

Aunque ambas tomen clases a distancia, el programa internacional del MBA es una cosa seria. Caridad y Toti estudian juntas esta currícula de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile y sienten que nunca se detiene el motor del aprendizaje. “No creo en las imposiciones ni en las cuotas de género. Prefiero pensar que será el bagaje cultural y de experiencia el que irá abriendo más puertas a las chicas que nos sigan los pasos”, señala De la Puente.

Si bien su caso es especial, por tratarse de una profesional que trabajó desde siempre en los negocios de la familia, De la Puente fue gerente general por aproximadamente 15 años y dejó todo ello para integrar el primer directorio en una compañía de seguros (que actualmente preside con un nombre diferente, Invita). Ella actualmente participa en el directorio de AFP Integra, además de ser directora de la Liga de la Lucha Contra el Cáncer. Años atrás se desempeñó como presidenta de la Asociación de Empresas de Seguros (Apeseg) y fue directora de Cofide. “Mi experiencia, como se ve, ha sido muy variada pero siempre enfocada en el sector financiero”, subraya. Esta especialización, explica De la Puente, es también parte de la evolución de la mujer, la que le permite escalar en cargos gerenciales y ganar experiencia. “Se necesita una visión estratégica, no necesariamente ‘femenina’ sino de un panorama más grande con un norte de largo aliento”, añade.

Susana Eléspuru, Cecilia Blume, Caridad de la Puente (de pie) y María Jesús Hume (sentada) llevan con gracia y fuerza el encargo de dirigir de manera autónoma algunas de las más grandes empresas del país.

Similar postura asume Graham, cuyo paso por la gerencia general de IBM Perú (además de otras oficinas latinoamericanas de la misma prestigiosa compañía) fue capital para plantearse el siguiente reto. De hecho, a ella ya la venían tentando con un sillón en la mesa redonda de diferentes directorios peruanos. “Yo respiraba temas de buen gobierno corporativo, había tenido cargos ejecutivos internacionales en áreas de gestión, pero hasta que no supe que radicaría nuevamente en el Perú no me planteé la posibilidad de estudiar para ser directora”, comenta. Universidades peruanas, chilenas y norteamericanas la vieron pasar como adulta estudiante cuando todavía era consultora en temas organizacionales. Experiencia más capacitación: la clave de su éxito. “Hay que leer mucho los estudios de casos y ya no solo lo que ocurre en el sector. Ahora te lees todo el periódico porque al asistir a las reuniones tienes que estar enterado de qué cosas externas pueden afectar la perspectiva de la compañía. Hay que relacionarlo todo con diferentes niveles”, anota.

Graham actualmente está concentrada en hacer consultorías en el extranjero sobre temas de educación. Y se ha tenido que retirar de algunos directorios para no chocar con intereses encontrados. Actualmente continúa en Interbank, Ferreyros, Corferias del Pacífico y APM Terminals en el comité consultivo. “La mayoría de directorios, al contratar, no piensa en mujeres necesariamente. Y es que en el Perú aún no son tantas las que han llegado a las posiciones más altas por no estar suficientemente preparadas”, dice. Para muestra, un pequeño botón: en el WomenCorporateDirectors, asociación internacional del que forma parte Graham, se reúnen pocas peruanas que “no suman ni una cifra de dos dígitos”. ¿Dónde está el freno invisible que solo ha dejado pasar a unas cuantas?

Poniéndose al día

No solo hay resabios de machismo en los directorios de las empresas peruanas. Hay una enorme brecha que salvar en los campos de alta gerencia. Ellas empezaron como profesionales, también después en altos cargos ejecutivos y, por último, llegan a la cola del espacio en directorios. “En la mayoría de directorios soy la única mujer. Y lo que te dicen las firmas de head hunters es que no solo no hay muchas mujeres que recomendar (porque no las conocen y, por ende, no hay confianza) sino que tampoco las piden. Es un mundo de hombres con muy pocas referencias para nosotras”, cuenta Susana Eléspuru. Esta geóloga de profesión pero ejecutiva de corazón actualmente forma parte de seis directorios muy diversos, tanto en servicios como industria y el ámbito financiero. Su paso por la transnacional Procter & Gamble es uno de los que recuerda con más cariño. De hecho, actualmente en IPAE, como presidenta del directorio, tiene la posibilidad de cerca de ver cuál es el rol activo de la mujer empresaria y ejecutiva.

“Evidentemente hay más mujeres ejecutivas que cuando yo empecé, hace más de 15 años. Sin embargo, cuando uno asiste a las CADE todos los años, sigue viendo un porcentaje mínimo de 15% de participantes femeninas. En Colombia, en reuniones de ese tipo, se logra contabilizar un 40% de mujeres”, agrega Eléspuru. Como parte de la charla sobre cómo crear directorios eficientes, en la que participó la consultora, se habló sobre cómo en países escandinavos y en Canadá sí existe una cuota obligatoria de género para el ingreso a cargos ejecutivos. ¿Es posible pensar en esa opción para lograr una presencia mayor en el mundo ejecutivo peruano?

“Creo que esas son medidas que aparecieron porque no había una voluntad ‘natural’ para la colocación de mujeres pero en el Perú ese no es el caso. Creo que ya estamos dando el ejemplo de excelencia, en el sector público y en el privado. Las mujeres accedemos a cargos como congresistas, ministras y empresarias. Todo es cuestión de tiempo y de seguir profesionalizando esta búsqueda de talentos”, añade.

Para Cecilia Blume, quien empezó en 1997 su fase en los directorios como miembro de Electroperú para el sector público, toda la profesionalización comenzó con la apertura de empresas familiares que se iban profesionalizando. “Participar en una de las firmas familiares que se abrió a la Bolsa de Valores, con todo un concepto nuevo de colocar directores que no eran de la familia, fue muy interesante para mí. De hecho, mi perfil era diferente por haber hecho mi carrera en empresas públicas donde buscábamos que la utilidad y la ganancia mantuvieran la caja pública, sin perder de vista el criterio social. Por eso me fui enriqueciendo y aprendiendo cada vez más”, admite.

¿Qué tan importante resulta escoger la carrera más idónea que le permita a la mujer tener una perspectiva más global y panorámica si quiere ser ejecutiva? Blume, que es abogada de profesión, siente que la gestión pública le ha permitido luego moverse en empresas variadas como consultora independiente y como directora vinculada, entre la actividad pesquera, universidades y hasta Bancolombia. “Llega un momento en que tu vida profesional empieza a crecer y los abogados tenemos esa suerte de amplitud al trabajar con normas legales y directivas en el Estado”, sostiene.

¿Qué pasa con la vida familiar de estas mujeres? ¿Se suspende, se pospone o existen formas de llevarla en paralelo a una labor tan demandante como participar de un directorio? Para Blume no hay fórmulas ni respuestas únicas. Ella recuerda cuando llevaba a sus hijos a los viajes de trabajo o incluso a algún set de televisión donde la entrevistaban. Ahora su hija estudia en una universidad en el extranjero y su hijo en la PUCP. “Yo me separé joven, y si bien el padre de mis hijos es cercano a nosotros, siempre tuve que ver el modo de arreglármelas y conciliar todo. Esa es una decisión personal pero por lo que veo en la universidad, las chicas aspiran a estudiar cada vez más y solo el cielo es el límite”. Graham piensa que el reto no es solo para las mujeres sino en general para ambos sexos: no todos están dispuestos a trabajar fines de semana, a asistir a tantas reuniones, a hacer viajes impostergables. “No a todo el mundo le gusta dejar la casa y la familia, postergar vacaciones y seguir estudiando. Así que si bien queda machismo, otra gran parte tendrá que ver con cómo las mujeres reparten sus roles como tales”, concluye.

Aunque el sambenito de rigurosas y chanconas no sea el único para ellas, estas destacadas mujeres han aprendido a ser reconocidas y valoradas en círculos aún muy masculinos por su temple. Finalmente, ser parte de un directorio significa, más allá del género, sentarse a arriesgar con tus decisiones el futuro (y la plata) de toda una empresa. Tarea de incalculable valor (y valentía).

(Tomado de PODER, febrero 2012)


Escrito por

ALBERTO ÑIQUEN G.

Editor en La Mula. Antropólogo, periodista, melómano, viajero, culturoso, lector, curioso ... @tinkueditores


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